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El comienzo de un hermano es un acontecimiento que suele suscitar celos y rivalidad entre los niños de una comunidad.
Durante el preñez una de las dudas que puede surgir es cuándo comunicar la comunicación al que se convertirá en hermano viejo.
Parece que hacerlo a partir del tercer mes de preñez es harto acertado. El preñez ya está “consolidado” y siempre es mejor que se entere por los propios padres que por comentarios que oiga a su más o menos.
Comunicar esta comunicación debe ser siempre en tono positivo y con un jerigonza adaptado a su tiempo.
Para impulsar la buena acogida del hermano, una buena medida es hacerle participar en los preparativos.
¡Los padres más atrevidos le dejan escoger el nombre! Si sois más “prudentes”, le pediréis ayuda con la ropita, eligiendo colores y juguetes, etc.
Si eres visitante o descendiente, evita los comentarios del tipo “ahora tendrás que portarte mejor” y ten siempre unas palabras para él, como si fuera en existencia el protagonista.
Que los niños muestren sentimientos contradictorios es habitual y no debe preocupar en líneas generales. Debemos ayudarle a expresarse y no recriminar sus sentimientos en torno a el nuevo bebé, aunque no sean tan “amables” como nos gustaría, todo llegará.
En ocasiones la frustración pueden emplearla contra los padres, especialmente contra la superiora. Son amorosos con el bebé, pero con los adultos expresan su malestar. Intentar tener tiempo a solas con él y ayudar a canalizar positivamente la sensación de pérdida siempre suele aceptar a buen puerto.